¿Es el reciclaje de baterías de vehículos eléctricos o una segunda vida la mejor opción?
Las ventas de vehículos eléctricos siguen aumentando en todo el mundo, por lo que es importante aclarar qué ocurrirá cuando estos coches eléctricos dejen de utilizarse. Una cuestión especialmente apasionante es qué se puede hacer con las baterías de los coches eléctricos, la costosa pieza central de todo coche eléctrico, que contiene valiosas materias primas que suelen extraerse de forma perjudicial para el medio ambiente.
Un equipo de investigación de la Universidad de Münster, el Centro de Investigación Fraunhofer para la Producción de Pilas de Batería (FFB) y el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (EE UU) ha investigado precisamente esto: ¿Merece más la pena reciclar las viejas baterías de los coches eléctricos? En otras palabras, ¿descomponerlas en sus partes individuales y recuperar las materias primas, principalmente para la producción de nuevas baterías de coches eléctricos, o es mejor reciclarlas secundariamente, por ejemplo, como unidades estacionarias de almacenamiento de energía para sistemas solares? Esto último se conoce en la industria como segunda vida o aplicación de segundo uso.
Ambas estrategias tienen ventajas. El reciclaje permite recuperar materias primas importantes como el litio, el cobalto y el níquel y utilizarlas para nuevas baterías. Esto ayuda a reducir la dependencia de la minería, perjudicial para el medio ambiente, y al mismo tiempo, a depender menos de China, que domina el mercado mundial del litio, puede dictar los precios y además trabaja con restricciones a la exportación. El estudio lo demuestra: En California, alrededor del 61% de la demanda de baterías nuevas para coches eléctricos podría cubrirse con el reciclaje en 2050.
La estrategia de segundo uso, en cambio, sigue utilizando las baterías después de que hayan cumplido su función en los coches eléctricos, por ejemplo, como almacenamiento estacionario de energía solar o eólica en hogares o redes eléctricas. Aunque estas baterías ya no proporcionen toda la energía, son completamente suficientes para aplicaciones estacionarias. Los investigadores demuestran que estas baterías desechadas podrían cubrir toda la demanda de almacenamiento estacionario para 2030. Las baterías de litio-hierro-fosfato (LFP) son especialmente adecuadas para ello, ya que de todos modos requieren menos materias primas.
Ya existen instalaciones de segundo uso en funcionamiento en Europa, como por ejemplo Aeropuerto de Roma y el Planta de Porsche en Leipzig. El La startup alemana Voltfang también se ha especializado en este ámbito.
Huella de carbono: la reutilización va por delante
Pero, ¿qué método ahorra más gases de efecto invernadero? En este caso, el segundo uso sale ganando. El estudio calculó que si California apuesta sistemáticamente por el segundo uso, se pueden ahorrar unos 55,8 millones de toneladas equivalentes de CO₂ de aquí a 2050; es decir, tanto como las emisiones anuales de más de doce millones de coches con motor de combustión. La cifra correspondiente al reciclaje es de 48,3 millones de toneladas.
Aunque durante el reciclaje se procesan más pilas, el beneficio adicional de la reutilización en una aplicación estacionaria de almacenamiento de energía pesa más en la huella de carbono. El estudio también tiene en cuenta las rutas de transporte y los procesos de reprocesamiento.

A pesar de las ventajas del uso secundario, los científicos recomiendan invertir en la ampliación de la infraestructura de reciclaje en una fase temprana. Esto se debe a que en cuanto se cubra la demanda de almacenamiento estacionario, se volverá a producir más material de reciclaje. Sólo un enfoque sistémico con la planificación coordinada de la producción, el uso secundario y el reciclaje puede permitir una economía circular sostenible para las pilas a largo plazo.
Entonces, ¿qué hacer con la creciente cantidad de pilas usadas? La respuesta de los investigadores se decanta por una inteligente combinación. Primero, un segundo uso, cuando sea posible, y luego el reciclaje. De este modo, se pueden conservar los recursos, reducir los gases de efecto invernadero y aliviar el medio ambiente. California podría ser pionera en este sentido y demostrar cómo la electromovilidad no sólo conduce de forma limpia, sino que también termina de forma limpia.
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